26 mar 2007

La caca




Hoy, dentro del espíritu de compartir, me hago a la idea de que van a encontrar lo siguiente un tanto interesante. Es de la reciente novela de Umberto Eco, llamada "La misteriosa llama de la reina Loana." En este caso son las páginas 100-101 de la publicación de la editorial Lumen S.A. de la colección De Bolsillo, primera edición, México 2006. Espero la disfruten, y de paso pues les recomiendo la novela, de la cual en este momento no voy a hacer un resumen o comentario porque data mucho. En fin, pues eso, ¡salud!




Me agaché, en el gran silencio del mediodía, roto sólo por algunas voces de pájaros y por el zumbido de las cigarras, y defequé.

Silly season. He rea don, seated calm above his own rising smell. Los seres humanos aman el perfume de sus propios excrementos pero no el olor de los ajenos. En el fondo, forman parte de nuestro cuerpo.

Estaba experimentando una satisfacción antigua. El movimiento tranquilo del esfínter, entre toda esa vegetación, me despertaba confusas experiencias previas. O es un instinto de la especie. Yo tengo tan poco de lo que es individual, y tanto de lo que es específico (tengo una memoria de humanidad, no de persona) que quizá estaba disfrutando sencillamente de un placer ya experimentado por el hombre de Neanderthal. Que debía de tener menos memoria que yo, no sabía ni siquiera quién era Napoleón.

Cuando acabé, se me ocurrió que debía limpiarme con hojas, debía de ser un automatismo, porque desde luego no lo había aprendido en ninguna enciclopedia. Tenía conmigo el periódico, arranqué la página de los programas de la televisión (al fin y al cabo, en Solara no hay tele).

Me levanté y miré mis heces. Una hermosa arquitectura de caracola, todavía humeante. Borromini. Debía de tener bien el intestino, porque ya se sabe que hay que preocuparse sólo si las heces son demasiado blandas o incluso líquidas.

Veía por primera vez mi caca (en la ciudad te sientas en la taza y luego tiras enseguida al agua sin mirar). Ya la estaba llamando caca, como creo que hace la gente. La caca es lo más personal y reservado que tenemos. El resto pueden conocerlo todos, la expresión de tu cara, tu mirada, tus gestos. También tu cuerpo desnudo, en la playa, en el médico, mientras haces el amor. Incluso tus pensamientos, porque sueles expresarlos, o te los adivinan los demás por cómo miras o por lo apurado que te muestras. Claro, habrá también pensamientos secretos […], pero en general también los pensamientos se manifiestan.

En cambio, la caca no. Exceptuando un período brevísimo de tu vida, cuando tu madre te cambia los pañales, después es sólo tuya. Y como mi caca de ese momento no debía de ser distinta de las que había producido en el curso de mi vida pasada, entonces, en ese instante me estaba reencontrando con el yo de los tiempo olvidados, y probaba la primera experiencia capaz de enlazarse con un sinnúmero de otras experiencias previas, incluso las infantiles cuando hacía mis necesidades en las viñas.

Quizá, si miraba bien a mi alrededor, encontraría todavía los restos de la caca que había hecho entonces y, si triangulaba de forma adecuada, el tesoro de Clarabella.

Pero ahí me paraba. La caca todavía no era mi infusión de tila; habría sido curioso, ¿cómo podía pretender llevar a cabo mi recherche con el esfínter? Para recobrar el tiempo perdido no se requiere de diarrea sino asma. El asma es pneumática, es soplo (aunque trabajoso) del espíritu: es para los ricos que pueden permitirse habitaciones tapizadas de corcho. Los pobres, en los campos, no hacen de alma, sino de vientre.

Aún así, no me sentía desheredado sino contento, quiero decir verdaderamente contento, de una manera que nunca había experimentado tras el despertar. Los caminos del Señor son infinitos, me dije, pasan también por el agujero del culo.

17 mar 2007

de nuevo...

Al final se podría decir que es cuestión del tiempo, de la consumación de la propia conmiseración, y de la falta de retribuciones específicas. Simplemente decir que el mundo no está diseñado para deseares un tanto más profundos, visiones más sencillas y espíritus un tanto más estrambóticos. ¿Qué tanto es tantito si se llama la libertad? Mucho se habla de los moldes, las corbatas obligadas, de los defectos que se generan en el mundo adulto, y de las desgracias que acometen a los infantes. Al final lo que falla es el punto de vista que se esconde por temer las mismas críticas y que poco a poco se va escondiendo con tal de evitar dar explicaciones o que sea etiquetado como un perdedor más. Está de moda ser melancólico, tener más problemas, aflorar los traumas de la infancia, y achacar todos las recientes situaciones desfaborables a la constancia de recalcar los errores del pasado, las malas experiencias, y sobre todo aquellas que te quedaron "profundamente grabadas." Será verdad que no olvidamos nada, y que se trata de una cinta rebobinable. Mirar, darse la vuelta, revivir, añorar, huir, volver a temblar, para al final exacerbarse en el mismo tufo de siempre.

Hace tiempo que pareciera que se van desencajando los engranajes. Es como si la misma conciencia estuviera dispuesta a escapar de las mismas telarañas que se repiten con cada una de las situaciones. Encajarse en las mismas reverberaciones y escupir las mismas conclusiones. Al final todos estamos hechos para vivir en este mundo, pero pareciera que creamos y creemos en la esférica posibilidad que ha sido creada, y nos desligamos de las posibilidades del otro lado del espejo. Alicia no estaba tan enferma, ni tan fumada, ni tan nada. Al final sólo vivía en el mundo que ella había creado para ella. Lewis Carrol nos dió una probadita, sencilla, y dejamos las condiciones a la mente de los niños que aún creen en los cuentos de hadas y donde todas las posibilidades aún habitan. Pero qué niños ni qué niños. Al final el mensaje debería ampliarse un poco. Detenerse a obligarse a portar el saco y la corbata, la falda y los tacones, para reproducir el mismo impulso de ira y de desdicha donde la estampa repetida, como la posibilidad del nuevo arte en tu propia casa, te convierte en la imagen y semejanza de la creación de alguien, que no conoces, en quién no crees, y a quien nunca ha visto con esa mirada aspiracional. Quizá la huida no sea desmoralizante, sino la simple respuesta a la misma petición, un cambio para algo que nunca será porque una vez fuera se añora lo que estasba dentro y se regresa en diferentes condiciones.

Quizá la frustración se convierte en el arma mortal de su propia mano, pero depende del que se decide a ponerse otros lentes de contacto, unas gafas de otro tono, otro color, otra graduación, y echar un vistazo. hay tantos mundos ahí a fuera confluyendo que creemos que le nuestro es sólo una vaga fantasía. Darme una vuelta, ver los demás, y finalmente quedarme en el común de todos, aquél que los envuelve y les da la oportunidad de expresarse pero no de comerse unos a otros. Que lo grande se come a lo pequeño, pero siempre y cuando lo pequeño lo permita...

Se me acaban las palabras para repetir la misma historia de todos los días...
Alguien terminará quizá por hartarse de lo mismo. tantos caminos...

5 mar 2007

Yo no soy quién...

El mundo es un lugar extremadamente interesante. Al final vale la pena considerar que incluso las personas más insoportables, ridículas, sobrias o borrachas, le otorgan cierto aire interesante. Al final se recogen anécdotas dignas de ser recordadas, para reírse con el tiempo, frases que juras imprimir en playeras para no olvidar, y hasta crear así un grupo uniformado de boberías, pero orgulloso delator. Al final siempre hay quien le de un poco de sal al día, la cual se nos olvidó luego ponerle nosotros mismos, pero siempre vale la pena. Insisto. De ahí que las anécdotas de fin de semana sean válidas y se abran paso en las agendas.

En ocasiones estas anécdotas de traen recuerdos, y por mucho que intentes no otorgarles demasiada importancia, no puedes evitar comprar, echar mano de viejas palabras, y añadir lo mismo de todos los días. Pero se divierte uno.

Las frases de personajes inesperados pueden trascender su propio motivo. Le ganan al tiempo. Quizá sea por la infinita sabiduría que le da peso, la cual resulta tan profunda que resulta casi insondable, inentendible, y prácticamente un laberinto para la mente común. Es por ello que extiendo la mano para pedir ayuda y entender las profundidades de dicho conocimiento. Quizá yo no llegue a entenderlo, pero al final puede que a alguien más le sirva de ayuda o de consuelo.

Si es verdad que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, cabe darle un poco de coco. Esto se trata de comentarios recogidos de voz de un borracho, cuyo nombre, nivel, posición, trabajo, responsabilidad, identidad, gustos (excepto el consumo de alcohol), se desconocen.
"Yo no soy quién para decirte quién soy yo" (¿¿¿interesante manera de definirse a partir de quién sabe qué???)
posteriormente... "Yo para tus amigos no soy nada" (buen punto, tuvimos bien en pensar)
y aún después... "Yo no soy nadie, pero si te digo quién soy, te cagas" (el definitivo remate de la noche, donde te preguntas quién es realmente el fulanito)

y he ahí el resultado... ¿quién se la avienta?